Ayer el parlamento terminó de aprobar el proyecto que regula las condiciones de trabajo de las trabajadoras de casa particular. Tal como estaba acordado previamente, la Cámara de Diputados ratificó las modificaciones introducidas por el Senado. El guión proseguía con una gran ofensiva comunicacional, con la ministra del trabajo y las dirigentes sindicales posando para las cámaras, celebrando el acuerdo. El condimento emotivo lo agregó la espontánea reacción de un periodista de TVN que, en directo y entre lágrimas, dedicó la nueva ley a su fallecida madre, ex trabajadora puertas adentro. La nueva ley iba encaminada a convertirse en la primera victoria laboral del gobierno este año, dejando atrás las amarguras de la ley de multirut y la negociación por el sueldo mínimo. Sin embargo, las imperdonables deficiencias de que adolece generaron fuertes cuestionamientos de parte de algunos diputados. De hecho, Boric votó en contra y Jackson señaló que votaba a favor solo porque las dirigentes sindicales se los habían solicitado expresamente. ¡El fantasma del multirut rondaba nuevamente el parlamento!. Esto colmó la paciencia del diputado Osvaldo Andrade quien atacó con dureza a los contradictores:
“…es verdad que hay cosas que falta y lo le quiero decir a aquellos que se preocupan mucho de lo que falta, que la historia del movimiento obrero ha tenido una característica: ha sido una constante lucha por ir mejorando sus condiciones laborales. Aquellos que creen que en un momento de la historia se va a resolver todo, pecan de un vanguardismo que alguna vez un gran pensador lo señaló como esta enfermedad infantil del izquierdismo y la historia del movimiento obrero y la clase obrera ha demostrado con su sensatez que está más allá de estas vanguardias, de estos iluminados que creen saberlo más que los propios trabajadores. Si la gran virtud que tiene este tipo de diálogo es que uno de debe hacer caso a los que saben, a los que viven cotidianamente las condiciones laborales y del abuso. Esta deformación de querer saber más que los que están en la pelea es lo que a veces nos ha llevado a, por intentar hacer más cosas, no lograr finalmente nada. Las grandes frustraciones que ha tenido el movimiento de los trabajadores ha sido cuando otros se han querido hacer cargo de sus luchas. Por eso es tan importante escuchar la voz de los dirigentes sindicales. Se hace el parangón con educación, por eso es importante escuchar la voz de los dirigentes estudiantiles pero también la voz de los apoderados, también la voz de los demás. La gran dificultad de la deformación del vanguardismo es que se parte de la base que uno sabe más que todos y esa deformación muchas veces nos lleva a frustraciones que terminan pagándolas las que menos tienen, los propios trabajadores. ¡Qué bueno le habría hecho a la clase política hacerle más caso a un Víctor Díaz, a un Lucho Figueroa en el pasado, nos habríamos evitado un quiebre institucional! ¡Qué bueno fue que la clase política escuchara a los dirigentes de los trabajadores que permitieron que hubiera una gran ley de sindicalización campesina! ¡Entregaron a su madre los viejos para tener esa ley, pero lo hicieron ellos! La nacionalización del cobre salió de dirigentes de los trabajadores, de los gremios de los trabajadores, de los dirigentes obreros, de ahí salió esa ley, no fue creación de algún iluminado de alguna dirección política . Entonces hasta cuándo seguimos sin respetar la opinión del mundo del trabajo. Yo le pido a este gobierno que tenga la misma línea de coherencia con lo que viene, que también haga este esfuerzo con lo que viene, que los convenios de la OIT se respeten también con lo que viene porque los reemplazos atentan contra la libertad sindical. Si la reforma laboral no tiene ese parámetro no va a estar cumpliendo con la norma internacional. Yo le pido a este gobierno que mantenga esa coherencia, que ratifique y cumpla los compromisos y que se haga cargo de sus compromisos.” (Osvaldo Andrade, 7 de octubre de 2014)
Si nos tomamos en serio las palabras del diputado Andrade, el sindicalismo chileno sería “sensato” porque que no le exige a la Nueva Mayoría que haga valer su mayoría parlamentaria para modificar el modelo de relaciones laborales y se conforma, en cambio, con leyes escuálidas, ambiguas, insuficientes o derechamente malas, con la esperanza que después sean mejoradas por algún dictamen o fallo de la Corte Suprema, o incorporadas en el programa del próximo gobierno. Es el sindicalismo que celebró la ley de multirut y la negociación del sueldo mínimo. Los que quieren más, en cambio, son todos unos “vanguardistas revolucionarios de izquierda” que no son trabajadores ni los escuchan (solo él lo haría).
La verdad es que la ley tiene deficiencias imperdonables. ¿Cómo es posible que no se haya querido establecer una jornada de trabajo para las trabajadoras puertas adentro? ¿Cómo es posible que derechamente no se haya prohibido el uso del delantal en espacios públicos y se permita “su uso no obligado”? ¿Cómo es posible que se establezca para las trabajadoras puertas afuera una “bolsa de 15 horas extras”, excediendo el tope de horas extras semanales de la generalidad de los trabajadores, y pretender más encima que estas “horas adicionales”se puedan trabajar el sexto día de la semana? ¿Cómo se deja al arbitrio del dueño de casa determinar si permite o no el ingreso del fiscalizador de la Dirección del Trabajo?
No es necesario ser iluminado, vanguardista, revolucionario ni de izquierda para formularse estas y otras interrogantes.